LA VENGANZA DE LA TIERRA
- CAPITULO 2 y 3
- 13 abr 2015
- 4 Min. de lectura

Qué ocurre cuando los actos del ser humano han modificado ya los sistemas que mantienen el equilibrio de Gaia? Sucede entonces que toda la vida que alberga el planeta y todos los mecanismos del mismo se alteran y se ven amenazados con la extinción. Es decir, no sólo desaparecen los organismo vivos que conforman el planeta, sino que también cambian o desaparecen los dispositivos que hacen que todo funcione a la perfección y que sea tal y como lo conocemos: las lluvias, los desiertos, las corrientes marinas, los vientos, la floración, el curso de los ríos… y un largo etcétera de acontecimientos que no suceden para el hombre, como pudiéramos pensar, sino de los que el hombre forma parte.
Reaccionamos ¿por qué solamente hemos evolucionado en el sentido queDarwin expresó de la supervivencia del más apto? Y seguimos siendo losmismos seres tribales que solo viven por sus impulsos más básicos realicemos anuestro hogar. Y no nos damos cuenta de que formamos parte de algo muchomayor (La Tierra misma que está viva). Aunque dejáramos de inmediato detomar tierras y agua de Gaia para producir comida y combustible y nocontamináramos más el aire, la Tierra tardaría más de mil años en recuperarsedel daño que ya le hemos causado, y puede que ni ese drástico paso bastarapara salvarnos. Para corregir o suavizar las graves consecuencias de nuestroserrores pasados hará falta un extraordinario esfuerzo internacional y unproceso cuidadosamente planeado para reemplazar los combustibles fósilespor otras fuentes de energía más seguras. Como civilización, somos como untoxicómano, que morirá si sigue consumiendo su droga, pero también morirási la deja de golpe.Nuestra inteligencia y creatividad nos han metido en este atolladero. Sonimportantes factores como el mal uso de la tecnología y la superpoblación de laTierra, debemos usarla sabiamente pensando en el bienestar colectivo de todoslos habitantes de la Tierra y de ella misma y no solo de unos pocos. Elcalentamiento Global está acelerándose y casi no nos queda tiempo parareaccionar. Lo que se necesita es recuperar el amor y la empatía por lanaturaleza que ya está perdida. Incluso si se toman medidas inmediatas seavecinan tiempos difíciles. Debido a que somos resistentes lo que está enjuego no es la supervivencia de la humanidad si no el de la civilización. No bastacon apostar por las energías renovables y las políticas de ahorro de energíapara solucionar el problema al que nos enfrentamos, estos conceptos son pocoeficaces y caras tienen futuro pero no contamos con el tiempo necesariopara experimentar con ellas, además el uso de estas energías depende deciertos avances en tecnoología que hasta que estén al alcance do la mayoríapasarían muchos años. La energía nuclear es simplemente el medicamento que nos proporcionará unafuente segura y constante de electricidad para que las luces de la civilizaciónsigan encendidas hasta que la energía de fusión, limpia y eterna —la energíaalimentada por el sol—, y las energías renovables estén disponibles. Y recurrir ala energía nuclear no es lo único que tendremos que hacer si queremos evitarque en este mismo siglo se produzca una nueva Edad Oscura. Debemos vencer
el miedo y aceptar la energía nuclear como una fuente de energía segura yprobada que causa perjuicios mínimos a escala global. Hoy es tan fiable comopueda serlo cualquier otro sistema en el que intervenga la ingeniería humana,y tiene las mejores estadísticas de seguridad de todas las fuentes de energíaa gran escala. Francia ha demostrado que puede convertirse en la principalfuente de energía de una nación, pero a pesar de ello los gobiernos siguentemiendo aferrarse al único salvavidas hoy disponible. Necesitamos unacartera diversificada de fuentes de energía, entre las cuales la nuclear serápredominante, al menos hasta que la fusión se convierta en una opción viable.Si las industrias bioquímicas pueden sintetizar comida a partir del dióxido decarbono, el agua y el nitrógeno, que lo hagan, y démosle a la Tierra un respiro.Hay que dejar de preocuparse por los estadísticamente ínfimos riesgos decáncer derivados de agentes químicos o de la radiación. Casi un tercio denosotros morirá de cáncer, fundamentalmente porque todos respiramosaire, que está lleno del carcinógeno más peligroso: el oxígeno. Si no nosconcentramos en el peligro real, que es el calentamiento global, puede quemuramos mucho antes, como les sucedió a los treinta mil infortunados quefallecieron en Europa durante la ola de calor del verano de 2003. Nuestro objetivo debe ser detener el consumo de combustibles fósiles tanpronto como sea posible y cesar en la destrucción de hábitats naturales en todoel mundo. Ya que estamos cultivando más de lo que la Tierra puede permitirse,y si tratamos de cultivar el planeta entero para alimentarnos, aunque sea congranjas orgánicas, seríamos como los marineros que queman los maderos desu barco para no pasar frío. Los ecosistemas naturales+ de la Tierra no existenpara que nosotros los convirtamos en tierras de cultivo, sino para mantener elclima y la química del planeta. Una vez que la Tierra empiece a avanzarrápidamente hacia su nuevo estado más caliente, el clima desbaratará elmundo político y empresarial. Las importaciones de comida, combustible ymaterias primas serán cada vez más difíciles conforme los proveedores de otrasregiones se vean desbordados por sequías e inundaciones, de modo quenecesitamos planear cómo sintetizar nuestra comida utilizando poco más queaire, agua y unos pocos minerales, y para hacerlo será imprescindible unafuente segura y abundante de energía. Dejemos de lado el miedo y nuestraobsesión por los derechos personales y tribales y seamos lo bastantevalientes como para ver que la verdadera amenaza procede del daño quele hagamos a la Tierra viva, de la que formamos parte y que es, en efecto,nuestro hogar
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